miércoles, 20 de junio de 2012

Prólogo al libro: Historia genealógica de antiguas familias catalanas y baleares de Rosario


Es un honor y un privilegio prologar esta nueva obra de los genealogistas María Margarita Guspí  Terán y Sebastián Alonso por dos motivos. El primero, de índole personal y sentimental, es por el hecho de poder aportar esta ínfima colaboración a la ciudad de Rosario, donde en 1896 nacía mi abuela paterna, Teresa.  El otro está motivado como presidente de la Societat Catalana de Genealogia, Heràldica, Sigil·lografia, Vexil·lologia i Nobiliària (SCGHSVN), entidad que celebra en estas fechas sus 25 años de existencia y que tiene el firme compromiso de colaborar con entidades afines, como el Centro de Estudios Genealógicos e Históricos  de Rosario y con todos los investigadores que centran su campo de trabajo en estas disciplinas. 

La obra de Alonso y Guspí es de una extraordinaria importancia, dado que es una aportación paradigmática de dos hechos importantes, uno para la historia catalana, balear y española y el otro para la rosarina y argentina.   El primer hecho es  conocer los nombres y apellidos de los catalanes y baleares, de la llamada diáspora catalana,  que cruzaron el Atlántico para iniciar una nueva vida en Argentina y en concreto en la ciudad de Rosario. El segundo es conocer quiénes y cómo articularon la sociedad rosarina y entender el origen de ciertas iniciativas sociales, comerciales o culturales que se han configurado como pilares de la ciudad de Rosario, ayudando a construir desde sus aportaciones individuales y familiares la identidad rosarina.

Los catalanes y baleares fueron los primeros españoles que emigraron de forma masiva a América, especialmente a países como Cuba, Puerto Rico, Estados Unidos, Uruguay o Argentina. Esta migración transoceánica masiva estuvo provocada por las revoluciones liberales de España y de diversos territorios americanos. Entre 1830 y 1880  la ola migratoria no fue de desesperación y  estuvo fundamentada en las redes familiares,  cautivando a jóvenes emprendedores y aventureros catalanes de la costa y  baleares que tenían su horizonte onírico más allá de la delgada línea que separa el mar del cielo. Muchos de ellos volvían con los réditos de su trabajo, con su propia familia y viviendo de rentas, a los que la gente del país  llamó indianos o americanos. Impulsaron la arquitectura con la construcción de edificios de estética colonial, estimularon el consumo de lujo y dedicaron parte de su fortuna a las causas pías, construyendo escuelas o asilos e impulsando nuevos negocios en Cataluña o Baleares.

La segunda gran oleada migratoria se produjo entre 1900 y 1930, unos años antes , en 1890, se empezó a interpretar “L’emigrant”, con letra del poeta Jacint Verdaguer y el músico Amadeu Vives, un poema convertido en  canción que muestra el dolor de los emigrantes catalanes al partir hacia América. Esta segunda oleada migratoria tenía su causa en la crisis agraria y en la necesidad de buscar una nueva vida al otro lado del Atlántico.  Las compañías de navegación: Société Genérale des Transport  Maritimes a Vapeur, la Transatlántica Española y la Compagnie Generale de Navegazione Italiana salían quincenalmente del puerto de Barcelona con destino a los puertos del Rio de la Plata.

La mayoría de estos emigrantes era gente alfabetizada. Algunos de estos catalanes o  sus descendientes participaron activamente en los procesos de independencia, o fueron presidentes de siete repúblicas americanas: Bartolomé Masó, José Barnet, Carlos Prió y José Miró de Cuba; José Figueras de Costa Rica; Juan Bosch de la República Dominicana, José Santos Guardiola de Honduras; Jaime Roldós de Ecuador y Juan Larrea y Domingo Matheu de la República Argentina.
La aportación catalana y balear en el terreno artístico también ha sido considerable, y en Argentina algunos pintores crearon escuela. Los centros o casales han sido la máxima expresión del movimiento asociativo y cultural de los catalanes, y el Casal de Rosario, uno de los más antiguos de toda América, con su esplendorosa fachada de 1902, es un paradigma de esta realidad.
Muchos de los emigrantes conservaron sus costumbres, continuaron comiendo el “pà amb tomàquet”, hicieron “cagar el tió” por Navidad o siguieron cantando las canciones infantiles catalanas.

No debemos olvidar tampoco que Argentina es el país que más emigrantes catalanes tiene, después de Francia, y el séptimo  que aporta más emigrantes a Cataluña en la actualidad. Existen 17 comunidades catalanas en Argentina, instituciones que fortalecen los vínculos sociales, familiares, culturales e históricos entre Cataluña y Argentina.

La obra de Alonso y Guspí viene a ampliar muy ricamente la escasa bibliografía existente sobre la presencia catalana en Argentina y en América. Los cuatro volúmenes de  El progreso catalán en América publicados entre 1922 y 1927, editada por J. Giralt y J. Blaya  destaca el papel de los comerciantes catalanes en el continente, en 1927 apareció también Los catalanes en la Argentina de Ricardo Monner Sans, editado por la editorial Coni o las recientes aportaciones de Sandra Fernández y Gabriela Dalla Corte con su obra Sobre viajeros, intelectuales y empresarios catalanes en Argentina editado en 1998. En definitiva la obra de Alonso y Guspí es sin duda alguna una obra fundamental para conocer mejor la presencia catalana en Argentina

Fuentes: 
Historiador Valldoreixenc. President de la Societat Catalana de Genealogia i Heràldica. President de Valldaurex, Centre d'Estudis de Valldoreix.

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