La aventura equinoccial de dieciséis emigrantes catalanes


miércoles, 9 de septiembre de 2009

NOTA PREVIA: quisiera publicar esta entrada que encontré un blog escrito porAngel Duarte. (Catedrático de Historia Contemporánea. Doctor en Filosofía y Letras) trata el tema de inmigración Catalana y me parecío prudente subirlo.






La familia de la foto que encabeza esta nota disponía, para cuando se le reclamase una identificación, de papeles italianos. Sin embargo, podría haber sido, perfectamente, una de las familias protagonistas de la historia que paso a narrarles.
El 9 de junio de 1889 el periódico madrileño EL SOL se hacía eco de las desventuras padecidas por una expedición de emigrantes catalanes que habían sido atraídos, mediantes falacias y por “propagandistas audaces de las repúblicas ultramarinas”, a un destino atroz.
Un total de de dieciséis catalanes se habían embarcado en Buenos Aires a bordo del vapor Cosmos con destino a Bermejo, en el Chaco argentino. En uno de los puertos fluviales intermedios, el de Humaitá, ven subir a dos matrimonios que, llevando consigo a tres menores, huyen de las inclemencias del desierto. Los niños presentaban graves deformidades y mutilaciones que son atribuidas por los recién llegados a las extremas condiciones de vida que han tenido que afrontar en el Chaco. Los catalanes se dan cuenta del destino que les espera y en la siguiente parada del vapor, Timbó, la que tenía que ser la de su destino, se juramentan y se niegan a desembarcar. No pasa nada hasta llegar a Formosa, el siguiente fondeadero y, además, capital de la provincia. Allí, alertados por los empresarios que les habían contratado, se presentan ante la embarcación “un capitán y ocho soldados de la guarnición argentina, pretextando el primero que había recibido un telegrama de Timbó en que se le ordenaba reclamara del comandante del vapor la entrega de los dichos dieciséis inmigrantes”. La presión de los militares argentinos obtuvo como respuesta la resistencia de los catalanes que, viendo la que les esperaba, un horizonte muy distinto al que les había sido prometido en el punto de partida de toda esta aventura, se arriesgaron a forzar la negativa. ¡No bajaremos! Contaron, para ello, con la solidaridad del comandante de la embarcación, no consta si por motivos humanitarios o para preservar el principio de autoridad a bordo, y con la de una parte del resto de los pasajeros “muchos de ellos disponiéndose a correr la suerte de los valientes catalanes”.
La continuación de la escena contiene elementos habituales en estas crisis colectivas: desde los gritos y los desmayos de la mujeres hasta las argumentaciones leguleyas, y legalistas, del oficial de la milicia: “Estos pasajes están pagados por el Gobierno argentino, y los inmigrantes han de bajar de grado o por fuerza”. Lo cual era cierto, quienes estaban incumpliendo sus obligaciones contractuales eran los catalanes que, despavoridos, habían visto de cerca la enorme distancia existente entre sus expectativas y la cruda realidad de la emigración. Tras unos momentos de tensión y un cierto grado de violencia física el asunto se resolvió cuando un empresario de Asunción del Paraguay se hizo responsable, mediante un pagaré, del coste de los emigrantes. Los catalanes acabaron cambiando de dueño. De su suerte nunca más se supo. La crónica de EL SOL concluía con una moralidad muy propia de un momento, el inicial del regeneracionismo, en el que la emigración pasó a contemplarse como un fracaso nacional. Lo ocurrido era una advertencia para quienes se sintiesen, en el futuro, tentados por la sed de progreso rápido y riquezas fáciles con la que se los embaucaba. Por lo demás, la aventura tenia otra dimensión que EL SOL no contemplaba: los emigrantes estaban siendo moneda de intercambio en un juego de presiones entre estados que se habían disputado militarmente la soberanía de la zona entre 1864 y 1870, y lo harían de nuevo en los años treinta del siglo XX en la denominada Guerra del Chaco.
Con las diferencias que hacen al caso, que son muchas, la naturaleza de los movimientos migratorios continúa presentando rasgos similares. Cierto, cambian los medios de transportes y las geografías, los lugares de expulsión y los de atracción… Pero el papel de los intermediarios –privados o públicos, las distancias brutales entre las expectativas y las realidades, incluso el papel que los estados asumen en la gestión de este dato que es el de la movilidad de los humanos en busca de mejor fortuna… se mantienen detrás de directivas y de regularizaciones, de simpatías epidérmicas y de temores de larga duración. Mercosur tilda de xenófoba la reciente directiva europea, mientras que el contrapunto, necesario y sereno, ligando pasado y presente, lo ofrece Carlos Malamud.
El Sol, Madrid, Periódico semanal, político y administrativo, Madrid, 9 de junio de 1889, 3.
Fuentes blog de internet

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